jueves, 4 de abril de 2013

Libertad. (?)

     Y cómo no, vuelvo a preguntarme una y otra vez qué pasa conmigo. Pero ya me da igual. Creo que tengo demasiado claro el rumbo que está tomando mi vida.
     Únicamente me he dado cuenta de que los tíos son solo un juguete de usar y tirar (básicamente lo mismo que piensan los hombres de las mujeres) y que una tía puede hacerte sentir igual o mejor que estando con un hombre. Y, sinceramente, prefiero estar con alguien que me respete y con quien me lo pase bien antes que con alguien idiota. La gente se ha cegado con la idea materialista de que solo puede existir amor entre personas de sexos opuestos, no saben aceptar a las personas que saben que el amor no entiende de sexo. El amor no entiende de nada. Por suerte dejé de creer en el amor hace tiempo, aunque sigo respetando esos principios básicos.
     Solo puedo añadir que estoy bastante harta de todo: harta del día a día, harta de gente estúpida y cerrada de mente, harta de mis amigos, incluso de los que parecieron ser los mejores, harta de secretos, harta de ocultar cosas.
     Dicen que las personas se levantan cada día por un motivo y siempre sonríen por que tienen algo bueno en su vida. Pues yo no sé qué será lo que hará feliz a la gente. Creo que todos fingen sonrisas por que no tienen de dónde sacarlas. Hay quien "sonríe" de tener a alguien en su vida, pero no, no sonríen. Puede que tuerzan los labios en una mueca, pero sus ojos lloran. Lloran de sentirse comprometidos, de sentirse atados a algo que ni si quiera les gusta. ¿Quién puede sentirse feliz cuando te ves obligado a estar con una persona si, en realidad, lo que tu corazón te pide es libertad?
     Puede que me haya equivocado. No sé qué motivo tendrá la gente para levantarse cada mañana y seguir intentando sobrevivir en este mundo apagado, carente de libertad, pero yo sí que tengo mi motivo. El fútbol. Y estoy muy segura de que ese es mi verdadero amor. Me confundí al decir que no estaba enamorada. Lo estoy, pero no de alguien, sino de algo.
     Del fútbol.

jueves, 21 de marzo de 2013

No existe mayor pasión.


     Se siente con el corazón.


El que consigue los triunfos, el que consigue los títulos es el que sabe moderar la intensidad de los sentimientos, y cuando ganas no sentirte el mejor, y cuando pierdes no sentir que las cosas van tan mal.
- Gerard Piqué -


Bueno, ya después de esto no hay nada, ¿no? ¿Qué más vamos a hacer? ¡Ya lo hemos hecho todo! 
Hay una cosa más, ¿no? El próximo mundial es en Brasil. ¿Qué tal si le ganamos a Brasil en Brasil la final?
- Fernando Torres - 

Lo maquiavélico y lo morboso; todo en uno.


lunes, 18 de marzo de 2013

Malec.

     Corría una brisa que se podía calificar incluso de agradable, siempre y cuando tuvieses una chaqueta a mano. La calle estaba totalmente vacía y en silencio. No se escuchaba ni el motor de los coches, ni el ladrido de los perros a lo lejos ni el cantar de los grillos de finales de verano.
     Parecía increíble que, aun estando en octubre, hiciese aquel fresco, pero aquella calle siempre había sido fría y solitaria, sin un atisbo de vida, cuando era de noche. La luz que emanaba de las viejas y desconchadas farolas era de un dorado sucio y muy apagado, pero era suficiente para que Alec caminase sin tropezarse o chocarse contra algo.
     Llevaba un largo rato bajo la tenue luz de una de las farolas mirando al frente. Un portal en concreto. En el estómago le revoloteaban mil mariposas y su respiración era un tanto agitada. Alec era consciente de su alterado estado y se obligó a sí mismo a inspirar profundamente para intentar relajarse. 
     Era la segunda vez que andaba aquel largo camino hasta Brooklyn y, la primera vez, había salido huyendo de allí, muerto de vergüenza sin tan si quiera llamar al porterillo del piso. 
     - Vamos, Alec. - se dijo a sí mismo.
     Empezó a caminar con pasos torpes hacia el portal y, antes de pulsar el botón bajo el nombre de "BANE", inspiró y expiró una vez más, dejando que el aire hinchase por completo sus pulmones. Ya tenía el dedo sobre el plateado botón cuando, a sus espaldas, oyó un maullido. Alec se giró bruscamente y contempló muy quieto los dos ojos brillantes que le observaban resplandecientes desde la oscuridad, a ras del suelo. El felino salió de la negrura y empezó a caminar hacia Alec con pasos mesurados y una elegancia sobrenatural. 
     El chico, que seguía sin apartar los ojos del gato, tuvo de repente la ligera sensación de que alguien le observaba. Se le erizaron los pelos del cogote cuando empezó a sentir un aliento en su cuello acompañado de una risita divertida. Alec se dio la vuelta con un sobresalto y se encontró de frente con otro chico. Era alto y delgado, pero no flaco. Tenía el pelo de punta perfectamente fijado con gomina, pero con un cierto aire de movimiento sobrenatural. Las mechas de las puntas de los mechones eran de colores vivos, y sus ojos felinos tenían ese extraño color dorado-verde que hipnotizaban. 
     - Alexander Lightwood. - dijo el muchacho, apoyándose en el marco de la puerta. 
     - M-Magnus. Vaya, qué... susto. 
     - Siento haberte sobresaltado. - dijo el brujo con aquella sonrisita picarona. 
     Alec no se sentía capaz de mirarle a la cara, asique bajó la mirada a sus zapatos, que no eran, ni mucho menos, más divertidos que el elemento que tenía delante. Magnus seguía mirándole apoyado en el marco de la puerta. 

     - ¿Ibas a salir? - le preguntó el chico al brujo. 
     - No. - sonrió Magnus. - Sabía que venías y he bajado a abrirte la puerta. 
     - Yo... bueno... Yo... ¿Cómo sabías qué venía?
     Magnus señaló al suelo y Alec miró por encima del hombro al felino que tenía sentado a sus pies que le seguía mirando con aquellos brillantes ojos. 
     - Presidente Miau me lo dijo. - contestó el brujo. - Él me avisa de las visitas interesantes. 
     - ¿Yo soy una visita interesante? 
     El brujo mostró una sonrisa aun más amplia. 
     - ¿Quieres pasar? 
     Y, como si supiese la respuesta, se dio la vuelta y se dirigió a las escaleras, sabiendo perfectamente que Alec le seguiría.